Por un presente y un futuro Sin Violencia contra las Mujeres: el compromiso con nuestras niñas y adolescentes
Este mes de noviembre, conmemoramos el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, es una fecha que invita a reflexionar sobre cómo, a lo largo de la historia, las mujeres de todas las edades han sido víctimas de violencia, simplemente por su condición de ser mujeres. Las actividades que se realizan buscan sensibilizar a la sociedad y recordar que cada persona tiene la responsabilidad de contribuir a erradicar la violencia contra las mujeres, actuar sobre los desafíos que persisten y que debemos enfrentar como sociedad, con la meta de garantizar vidas libres de violencia, especialmente para niñas y adolescentes.
Varios investigadores han señalado la necesidad de intensificar los esfuerzos políticos, en salud y educación para abordar los factores de riesgo comunes entre la violencia contra niñas, niños y adolescentes (VCNNA) y la Violencia contra las mujeres (VCNNA). Desafortunadamente, estas violencias comparten consecuencias similares en la salud mental, física, sexual y reproductiva de las víctimas, así como efectos acumulativos por la exposición a múltiples formas de abuso. Estas violencias son perpetuadas por normas y mitos sociales, como la masculinidad hegemónica, la priorización de la reputación familiar, la culpabilización de las víctimas y la tolerancia hacia la disciplina violenta y el castigo físico.[1]
En Costa Rica, algunos datos revelan cómo se manifiesta la violencia hacia niñas y adolescentes:
- Cada día, 13 adolescentes de entre 15 y 19 años dan a luz, y 4 niñas menores de 14 años quedan embarazadas, generalmente como resultado de relaciones abusivas con hombres mayores (UNFPA, 2024).
- El abuso sexual contra menores representa el 52% de los casos de delitos sexuales en el Ministerio Público, con 3,048 mujeres afectadas frente a 518 hombres (Observatorio de Violencia de Género, Poder Judicial, 2022).
- En el ámbito de la violencia doméstica, las víctimas mujeres entre 9 y 17 años duplican a los hombres (Observatorio de Violencia de Género, Poder Judicial, 2022).
- En relación con femicidios en el 2024, 8 personas quedaron huérfanas ante la muerte de sus madres. Y una de las víctimas directas tenía tan solo 16 años.[2]
Sabemos que durante la pandemia por COVID-19 se intensificó la violencia contra mujeres, niñas y adolescentes en sus hogares. Las medidas sanitarias aislaron a estas jóvenes de los servicios de apoyo que ofrecían las escuelas, quienes son interlocutores clave para denunciar situaciones de negligencia y abuso. Además, la carga adicional de tareas de cuidado y domésticas ha sido una de las principales causas del abandono escolar. Consecuencias que aún estamos arrastrando sin una atención planificada de la atención en salud mental, de las condiciones de pobreza y rezago educativos y en salud.
Según Save the Children[3], un sólido marco de leyes y políticas que garantice los derechos de niñas y adolescentes, junto con el financiamiento adecuado para su implementación y sistemas de protección infantil, son esenciales para asegurar que las niñas y las adolescentes vivan libres de violencia. El debilitamiento de estas medidas resultará, sin duda, en efectos adversos, situación que sucede en nuestro país con el deterioro de los servicios públicos en salud y educación.
No obstante, hay un llamado en cada persona para que desde su propio hacer y poder, use sus capacidades para participar en prácticas coherentes que brinden un presente y un futuro para nuestras niñas y adolescentes libres de violencias. En mi experiencia, un primer paso, es la deconstrucción de normas de género hegemónicas en la propia experiencia subjetiva, en la familia, en la cultura y en los centros de trabajo. Además, es de enorme valor que todo espacio público y privado lo podamos convertir justamente en un lugar que fomente el empoderamiento de niñas y adolescentes, que eliminemos de nuestro lenguaje frases que inhiben y lesionen su desarrollo integral y amplio. Por otra parte, es nuestro deber, denunciar y no tolerar la violencia sexual, física y emocional de las mujeres, niñas y adolescentes.
Es crucial además, que seamos puentes para informar a las familias que existe una red de apoyo con recursos, estrategias y herramientas en la institucionalidad pública y en organizaciones no gubernamentales para la protección de los derechos de la infancia y la adolescencia, que incluya que ninguno de ellos y ellas vivan en situación de violencia y discriminación.
Concientizarnos sobre la urgencia de unir esfuerzos para crear un entorno donde cada niña y adolescente pueda vivir sin miedo, con dignidad y con la certeza de que sus derechos son respetados y defendidos.
Escrito por Kattia Rojas Loría, consultora
[1] Fuente: Guedes AC, Bott S, García-Moreno C, Colombini M. Bridging the gaps: a global review of intersections of violence against women and violence against children. Glob Health Action 2016, 9: 31516 http://dx.doi.org/10.3402/gha.v9.31516
[2] https://observatoriodegenero.poder-judicial.go.cr/images/Estadisticas/Femicidio/Documentos/Femicidios_2024-dm.pdf
[3] Save the Children (2024). Informe Mundial sobre la niñez. Futuros frágiles. Derechos de las niñas, matrimony infantile y fragilidad.