En nuestros centros educativos, los derechos de niños y niñas ¿se conocen o se viven? ¿Tiene sentido que sean algo más que un contenido curricular? Son preguntas recurrentes en las conversaciones que venimos manteniendo con un gran número de docentes preocupados por el tema. Claro que para vivirlos hay que conocerlos, ver su valor como elemento vehicular y desarrollarlos en los elementos organizativos del centro para hacer coherentes esas dos dimensiones. Esta misión debería implicar a toda la comunidad educativa, un colectivo dinámico, heterogéneo y de motivaciones diversas.