Partiendo de la visión de que las niñas y los niños son sujetos de derechos y que nuestro papel como adultos va más allá de la mera satisfacción
de necesidades básicas; es preocupante que el Castigo Físico y Trato Humillante siga siendo una práctica cotidiana, silenciosa, culturalmente aplicada y defendida bajo el criterio del castigo razonable tanto por las personas adultas como por las leyes nacionales.